Un lugar especial se dedica a la Casa del Sabio, su hábitat. Allí donde trancurrió su vida se exhiben objetos personales, fotografías, mobiliario y dos maquetas.
Basada en diversos trabajos de investigación de la Sra. Sara Peña de Bascary, con textos e imágenes de su autoría, en la primera sala se recuerdan a los naturalistas que, desde el siglo XVI, recorrieron nuestro territorio, investigaron la naturaleza, los habitantes y sus costumbres y dejaron crónicas y estudios.
Realizaron, además, una valiosa cartografía. Fueron la inspiración de quienes se interesaron, posteriormente, en las Ciencias Naturales, entre ellos el Dr. Miguel Lillo.
En la segunda sala recordamos a los naturalistas viajeros y maestros que llegaron a Tucumán a partir de la presidencia del Gral Urquiza. Entre otros, Germán Burmeister y Amadeo Jaques. Arribaron también el químico Federico Schickendantz y el Dr. Inocencio Liberani, quienes fueron maestros de Miguel Lillo.
Lillo dedicó su vida, desde 1914 hasta su muerte en 1931, al Museo de Historia Natural. Una sala refleja su accionar y el de sus colaboradores, Rodolfo Schreiter y Abel Peirano entre otros.
Se exhiben una importante selección de la Biblioteca de Lillo, de unos 8 mil volúmenes, contiene joyas bibliográficas que datan desde el siglo XVI.
Donde se recuerda a la primera Comisión Asesora Vitalicia, cuyos miembros, por disposiciones testamentarias del sabio, velaron por su legado. Se destacan, en apreta síntesis, los primeros grandes logros: la publicación de Lilloa, el Genera et Especies Plantarum y el Animalium, la ampliación del edificio y la compra de la valiosa colección Shipton.