Lecciones que nos va dejando el coronavirus
Lecciones que nos va dejando el coronavirus
Dr. Juan Antonio González
Nadie duda los efectos desvastadores que el coronavirus ha provocado en el mundo. Quizás la gripe o la malaria producen más muertes, pero no tienen la misma prensa. Sin embargo, cabe preguntarnos ¿que podrá cambiar esta crisis global a nivel individual y social? Hasta el momento, lo que sí estamos seguros, es que nos enfrentamos a un microorganismo que recién empezamos a conocer su material genético y su comportamiento cuando ingresa a las personas: es decir nos obliga a improvisar, a tomar decisiones en la incertidumbre y de ahí la cantidad de estrategias que adoptaron los diversos países o las pruebas con diferentes drogas. También pareciera que no hay un control natural para esta nueva plaga que algunos biólogos, ecólogos e investigadores sociales ya la preanunciaban por el desequilibrio que hemos producido a nivel ambiental al utilizar de manera no inteligente nuestro capital natural. De esto surge una primera conclusión: hemos invadido hábitat de otras especies y con eso hemos abierto las puertas para la propagación de las enfermedades zoonóticas. Recientes hallazgos dan cuenta de la presencia del COVID en sistemas de alcantarillas y en negocios de mascotas. Pero de nuevo nuestro capital natural está ofreciendo posibles soluciones y así se mencionan como alternativas compuestos químicos en ciertas plantas o el uso de camélidos como las llamas.
Por otro lado, asusta la velocidad con la que se propaga el virus y que “barrió” con todos los sistemas sanitarios de prevención y atención que todo el mundo tenía como de vanguardia. Este hecho nos obliga a pensar en el rediseño de las ciudades que son y fueron un poco importantes para la propagación del mal. La situación también nos deja una alta incertidumbre por los efectos a corto, mediano y largo plazo de aquellos que se recuperaron. La situación me recuerda el modelo de Kübler-Ross (psiquiatra suiza-americana) que resumía las fases por las que pasaba un enfermo terminal: negación-ira-negociación-depresión y aceptación. Quizás en este caso sea aplicable a la sociedad humana como un organismo ya que negación si hubo (sectores importantes del gobierno en EE.UU y Brasil, entre otros), hay enojo (ira) por parte de ciudadanos y organizaciones y creo que estamos en la negociación donde la obtención de la vacuna será un hito importante.
Que la pandemia ha permitido una menor contaminación, que aparecieron animales en playas, bosques, ciudades, etc., es sólo temporario. En unos meses más, el mundo querrá recuperar el “tiempo perdido” y pondrá a sus industrias al rojo vivo, y de nuevo nuestra atmósfera se cubrirá de gases y los animales deberán buscar de nuevo otros refugios. ¿Visión pesimista? Para nada. Es sólo una afirmación basada en la realidad. Sólo recuerdo que con la crisis económica en el 2008 también disminuyó la contaminación, pero superada todo volvió a ser como era entonces…Quizás muchos queremos volver a la “normalidad”, antes de la pandemia, pero aquí cabe preguntarse si esa “normalidad” nos llevó a esta crisis, debemos volver a ella o aprovechar la crisis y repensar nuestra modelo de sociedad? Esto exige análisis serios, a mediano y largo plazo, con consensos básicos y políticas públicas claras, basadas en las ciencias y que las mismas sean escuchadas en los niveles de decisión, en los decisores de los gobiernos y especialmente en nuestros parlamentos.
Sin embargo, algo positivo ha desatado el virus: la solidaridad, casi olvidada y el hecho de darnos cuentas que “todo dependemos de todo” y que en definitiva somos un sistema abierto, en el sentido que intercambiamos materia y energía en cada minuto de nuestra vida. Esto no es un ningún secreto para muchos profesionales, pero esta “hermandad” y “dependencia” con nuestros recursos naturales deber ser mejor trabajada para que llegue a todos los sectores sociales. Quizás entonces sí vamos a entender porque cuidar nuestros recursos y mantener los servicios ambientales a perpetuidad. Pero se dio la contracara, es decir la no tolerancia hacia aquellos que trabajaban con pacientes infectados y que se manifestó como “bullying” y ataque a médicos y enfermeros. Sin duda, hoy la sociedad es un “laboratorio social” del cuál las ciencias sociales pueden obtener mucha información.
Sin duda el momento vigorizará a muchos gobiernos, mientras que otros se debilitarán por la falta de respuestas a la ciudadanía. Quizás se atienda un poco mejor, presupuestariamente, a la ciencia y tecnología, pues hoy es la esperanza cierta ante la amenaza. Pero sin duda también aparecerán aquellos que requerirán soluciones “para mañana”… cuando todos sabemos que la tecnología es resultado de la investigación básica que se descuidó en el gobierno anterior. Sin un fuerte apoyo estatal las ciencias básicas no podrán brindar las soluciones que hoy se hubieran necesitado.
La postcrisis no será fácil pues habrá que tomar decisiones a nivel de políticas públicas, modernizar los sistemas sanitarios, apoyar fuertemente la educación en todos los niveles y especialmente en los temas ambientales, repensar nuestra economía en base a carbono fósil, a una economía con energías alternativas y que produzcan menos externalidades negativas al ambiente, atender las secuelas del virus, entre otras. ¿Vamos a cambiar de actitud como vaticinan algunos? No sé, es difícil una respuesta, pero sí estoy seguro que muchos no queremos volver a las “condiciones normales” pues ese camino coadyuvó a que el monstruo diminuto se corporizara.
Imágenes utilizadas Ilustraciones: haeckel chiroptera y pangolin (CC). Fotos: Mujeres con barbijo (CC) y Familia con su gato durante la pandemia de "gripe española" (CC).