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E. Martín et al.: Comparación de métodos de extracción de ADN para el género Astylus
INTRODUCCIÓN
El éxito de numerosos estudios biológicos
que incluyen la identificación molecular, la
inferencia filogenética y genómica, así como
los crecientes proyectos de secuenciación a
gran escala, dependen fundamentalmente de
un primer paso que consiste en la extracción
de ADN a partir de los organismos en estu-
dio (Falcón y Valera, 2007; Dittrich-Schröder
et al., 2012). Los diferentes métodos de ex-
tracción combinan procesos de lisis celular,
eliminación de proteínas, precipitación y
purificación del ADN, los cuales dan como
resultado variaciones en concentración y
calidad del ADN extraído (Waldschmidt et
al., 1997; Falcón y Valera, 2007; Chen et al.,
2008).
Una técnica ideal de extracción debe op-
timizar el rendimiento de ADN, minimizar
su degradación y ser eficiente en términos
de costo, tiempo, mano de obra y materia-
les. De igual manera debe ser adecuado para
la extracción de múltiples muestras y gene-
rar mínimos residuos peligrosos (Aljanabi y
Martinez, 1997; Chen et al., 2010; Cadavid
Sánchez et al., 2013: Asghar et al., 2015).
Las técnicas utilizadas comúnmente requie-
ren algún tipo de detergente como el Sodio
Dodecil Sulfato (SDS) o Bromuro de Cetil-
trimetilamonio (CTAB) para la extracción de
las moléculas de ADN a partir de diversos or-
ganismos. Además, demandan relativamente
mucho tiempo y requieren una campana de
extracción de gases para resguardar al ope-
rador del efecto tóxico de compuestos como
el fenol-cloroformo utilizado para la elimi-
nación de proteínas (Milligan, 1998; Falcón
y Valera, 2007; Chen et al., 2010). Estos mé-
todos además requieren de la presencia de
iones de sodio, etanol absoluto o isopropanol
que se utilizan comúnmente para precipitar
el ADN a partir de la solución acuosa. Otros
procedimientos de extracción utilizan co-
lumnas de giro o de centrifugación (“spin-
column”), las cuales poseen una membrana
de fibra de vidrio u otra matriz inorgánica a
la que se une el ADN, un buffer para la lisis
celular y un buffer de unión al ADN y poste-
rior elución (Ivanova et al., 2006). Existen
algunos kits comerciales que utilizan estas
columnas y son eficaces para extracción de
ADN de una amplia variedad de materiales
(ej.: sangre, cultivos celulares, tejido animal
y levaduras).
Estos métodos diversos, en general no es-
tán preparados para extracción en tejidos de
organismos específicos y deben ser ajustados
de acuerdo a las características especiales
de cada caso. Por ejemplo, los artrópodos
tienen un exoesqueleto que dificulta la ex-
tracción del ADN. Entre los artrópodos, el
orden Coleóptera es uno de los más numero-
sos dentro de Eucaria, con al menos 380.000
especies descriptas que ocupan una amplia
variedad de ambientes con una gran diversi-
dad morfológica, representan alrededor del
25% de las especies conocidas y casi el 40%
de los insectos (Slipiski et al., 2011; Ribera
y Beutel, 2012; McKenna et al., 2015). La
mayoría tiene una alimentación fitófaga y
por esta razón muchas especies se convierten
en plagas de cultivo, siendo principalmente
las larvas las que causan los daños agrícolas
y forestales. También hay especies saprófa-
gas, que se alimentan de material vegetal
en descomposición, otras coprófagas e in-
cluso algunas depredadoras. La variedad de
hábitos alimenticios dentro de este orden,
lo convierte en un grupo con un rol funda-
mental en el mantenimiento de la salud del
ecosistema y en el ciclo de los nutrientes.
El orden de los coleópteros se subdivide
en cuatro subórdenes, Adephaga, Archoste-
mata, Myxophaga y Polyphaga. En este últi-
mo se incluyen la mayoría de los coleópteros
actuales (al menos 300.000 especies), el cual
está subdividido en cinco infraórdenes, Bos-
trichiformia, Elateriformia, Scarabaeiformia,
Staphyliniformia y Cucujiformia (Ribera,
1999). En este último se encuentra la familia
Melyridae que incluye, sólo para Norteamé-
rica, 520 especies descriptas. Por otro lado
la representatividad de la fauna argentina
de melíridos en colecciones es bastante baja,
lo que coincide con la ausencia de taxóno-
mos argentinos trabajando en el grupo. De
acuerdo a la información recopilada de las
73 especies citadas para la Argentina, 62 se
podrían considerar endémicas, no obstante,